Posicionamiento emocional
De un tiempo a esta parte nos hemos dado cuenta de que, para posicionar nuestros productos o servicios y que nuestros clientes nos elijan entra la cada vez más amplia y profesional oferta de nuestros competidores, hay que hacer algo más. Evidentemente, lo primero es tener un producto competitivo, con unas características técnicas adecuadas, a un precio conforme a las soluciones que aporta, pero ¿y luego qué? Teniendo claro este núcleo de lo que el producto debe ser, y que ha de estar perfectamente cuidado, tenemos dos factores que definirán el éxito (o no) de nuestra propuesta.
En primer lugar tenemos todos los componentes de valor añadido que acompañarán a nuestro producto antes y durante su vida útil en manos del cliente y que ayudarán a fidelizarlo; un correcto asesoramiento durante el proceso de compra para hacer que se decida por lo que realmente necesita, un eficiente servicio logístico e instalación técnica si es requerido, una atención postventa y de garantía que sea capaz de gestionar y transformar las amenazas en fortalezas, y una adecuada comunicación para que, de una manera no intrusiva, nuestro cliente esté al día de las nuevas incorporaciones a nuestro portfolio para futuras sustituciones o adquisiciones de productos o servicios.