El reconocimiento como impulsor de las decisiones adecuadas

Toma de decisiones en la empresa

«Entrega siempre más de lo que esperan de ti»

Larry PageCofundador de Google.

En la actualidad, los CEOs, mandos intermedios y todas las personas que tienen un papel relevante en la toma de decisiones, se encuentran en su día a día ante una encrucijada en la que han de decidir aquello que resulte más adecuado, teniendo en cuenta que la solución perfecta no existe y que, inevitablemente, no todos los afectados por la decisión van a estar de acuerdo con ella, al menos objetivamente. El método de gestión ha cambiado muchísimo en el último par de décadas, y en mi opinión lo ha hecho positivamente, ya que hemos pasado del frío análisis matemático de los resultados a tener en cuenta las consecuencias no numéricas de nuestras decisiones, teniendo en cuenta, desde los afectados directos hasta todos los stakeholders que son quienes dan sentido a nuestra actividad empresarial, y han aparecido parámetros fundamentales en nuestra gestión como la Responsabilidad Social Empresarial. Y es que, las consecuencias “no numéricas”, al final se traducen en cifras que afectan de una manera muy importante a los resultados, y hay que tener muy en cuenta estos parámetros antes de elegir entre las distintas alternativas, especialmente si buscamos sostenibilidad y duración en el tiempo.

 

Todos estos cambios han conseguido una transformación importantísima, y es que las empresas se han “humanizado, los organigramas se han aplanado y todo el equipo humano tiene un papel fundamental en el análisis operativo del día a día. Hoy día tenemos muchos ejemplos de personas de alta responsabilidad en grandes empresas, como por ejemplo es el caso de Rafael Juan, CEO del grupo Dulcesol cuyo management siempre está enfocado al trabajo en equipo, el liderazgo y reconocer que el resultado es el fruto de la suma de todos los componentes de la compañía. Sin embargo, determinadas acciones, por su importancia, al final han de ser tomadas por las personas que asumen la responsabilidad de éstas, que se enfrentan, no solo a los resultados que de ellas se deriven, sino también a los sinsabores que puedan provocar. A este panorama se enfrentan día a día los directivos y directivas de las empresas, y generalmente lo hacen en una situación de auténtica soledad, porque en esos momentos los equipos se reducen prácticamente a ellos solos y tienen que lidiar con la presión, tanto superior como inferior. Todo esto normalmente se considera asumible y asumido por las personas de mando, ya que, por fortuna, tenemos en nuestras empresas a personas no solo profesionalmente aptas, sino con una actitud y un compromiso con la compañía en su totalidad que está fuera de toda duda, y con estos ingredientes, los errores serán rápidamente subsanados y las decisiones, aunque en ocasiones fallen, siempre van a ir en la dirección más adecuada, pero si que hay algo que raramente ocurre, y es que se les reconozca, tanto desde instancias superiores como inferiores; superiores porque, simplemente están haciendo su trabajo y es para lo que se les paga, e inferiores porque, quien es jefe hace lo que tiene que hacer.

Las personas que ocupan posiciones de responsabilidad en los organigramas, son, al igual que el resto, seres humanos, con días buenos y malos, con sentimientos y circunstancias que necesariamente afectan en su desempeño, pero que siempre, tal y como expone Larry Page en la frase con la que inicio este post, entregan más de lo que se espera de ellos, y merecen (y también necesitan) que se les reconozca de una manera que vaya más allá de el cumplimiento con las obligaciones esperadas. Personas en estas posiciones de responsabilidad también necesitan que, de la misma manera que ellos hacen con sus colaboradores, le reconozcan con un par de palabras que está haciendo las cosas bien (por las noticias y post que leo sobre Dulcesol no me cabe duda de que en esta magnífica organización así está siendo). Reconocimientos positivos hacia nuestros directivos suponen una verdadera generación de endorfinas profesionales que impulsan a las empresas hacia un nivel superior, de lo cual nos beneficiamos todos sus componentes, directos e indirectos, y por añadidura toda la sociedad.